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Foto: Caraota Digital |
Por: Juandemaro Querales
Quien preside la
Asamblea Nacional, Diputado Juan Guaido, se juramentó como Presidente de la República
Bolivariana de Venezuela, el 23 de enero de los corrientes, durante la
realización de un Cabildo Abierto, en presencia de millones de venezolanos.
Convocados ese día para poner fin a la tiranía
de Nicolás Maduro.
Este joven:
Ingeniero Industrial ha tenido la virtud
de liderar al pueblo opositor, logrando el respaldo de la juventud, habiendo
colocado en la agenda internacional el drama de Venezuela. Conflicto que lucía
apagado por las diferencias y por consiguiente la desmovilización de la
oposición de los factores democráticos.
Guaido ha mostrado
gran madurez a pesar de su edad y pertenecer a la generación que se estrenó
durante los años del cierre de Radio Caracas Televisión. Sin caer en las prácticas de los
políticos marrulleros del grito destemplado en la Plaza Bolívar. Tampoco
prestando oídos a los radicales de la
abigarrada oposición, que busca por todos los medios la confrontación suicida,
contra una satrapía autoritaria y militarista, que no le importa la condena
internacional. Este dirigente que ha galvanizado a la Oposición de los factores
democráticos, está llamado a realizar la reinstalación del Sistema democrático
y parar el sufrimiento causado por esta secta de comunistas trasnochados.
La crisis
venezolana es tan profunda, que posee dos Presidentes, bicefalia, que hace más
difícil la transición de una dictadura a una democracia. Disyunción en donde cualquier error de cálculo, que
pueda cometer el Presidente Guaidò, podría ocasionar un Golpe de Estado o una
intervención extranjera de los ejércitos de Colombia y Brasil. Esperamos que el
joven dirigente se siga manejando de esa manera, sin provocar un zunami
político. El dictador mientras tanto, se le agotó el tiempo. Lejanos están los
días en que llamaba de manera cínica al diálogo, para ganar tiempo y seguir
consolidando el narco estado y propiciando el saqueo de nuestras riquezas.
Lo que pasó el 23
de enero, cierra el ciclo de la dictadura chave-madurista-. Es un linde
fronterizo entre la democracia y la esclavitud. Tiranía que pasará a la
historia como la mayor catástrofe vivida, por la sociedad más avanzada de Suramérica.
Cuyo resultado fue, el éxodo masivo de su población hacia el mundo exterior
buscando la reconquista de la condición de ciudadanos, situación perdida por la
locura de tratar de reeditar el modelo soviético por un Hugo Chávez ignorante e
ingenuo.
De la jornada del
23 de enero, Maduro y sus compinches quedaron muy debilitados, aislados
internacionalmente, incapaces de levantar la economía. Un Dictador en
bancarrota, con solo el apoyo de la cúpula militar de manera tibia, quienes
solo tratan de asegurarse los negocios que mantienen como socios. Dentro de los
cuarteles los mandos medios pugnan por la desobediencia ante el desplome de la tiranía
feneciente.
Solo es cuestión de
tiempo, el régimen se le acelera el pulso y el nerviosismo, ya Brasil les
ofrece una vía de escape por su territorio. Diosdado y su familia buscarán evadirse para rehuir el
juicio que tienen pendiente con el Tribunal Penal Internacional por crímenes de
lesa humanidad. También Estados Unidos
lo reclama por sus nexos con el narco tráfico. El tiempo favorece a Juan Guaidò
y las fuerzas democráticas. Se vislumbra en el horizonte un sol radiante como
una primavera en tierras templadas.
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